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¿Te has preguntado alguna vez cuál es el secreto de aquellas personas que alcanzan sus objetivos pese a las dificultades que afrontan sin perder el foco?
Este secreto, por simple que parezca, no es más que el control y la perspectiva, es decir, la capacidad para definir objetivos y mantenerse enfocados en ellos, mientras se ejecutan los pasos necesarios para alcanzar dichos objetivos estableciendo prioridades.
No hay buen viento para un barco sin rumbo. Si no sabemos hacia dónde vamos, difícilmente podremos priorizar las acciones que debemos dar para alcanzar nuestros objetivos. Así, tanto la claridad sobre nuestras metas como los pasos necesarios para alcanzarlas, se hayan en una estrecha relación de interdependencia.
Por otro lado, si aun teniendo claro hacia dónde vamos no logramos asir los pasos adecuados para alcanzar nuestros objetivos, viviremos sujetos a las contingencias y eventualidades del día a día, sin avanzar en la consecución de nuestros proyectos. Por consiguiente, control y perspectiva son dos elementos cuya estrecha relación definirá nuestro desempeño, nuestra eficacia y productividad.
Para ilustrar mejor la importancia del control y la perspectiva resulta útil imaginar a un escalador ascendiendo por una ladera. Un escalador tiene control cuando está consciente de los puntos de agarre necesarios para no caer ni resbalar, y de los pasos que debe dar para avanzar, en tanto que tiene perspectiva toda vez que sabe hacia dónde se dirige y puede avizorar la cima mentalmente.
Distintos contextos atañen a distintos niveles de control y perspectiva
Estamos constantemente sujetos a distintos contextos. Los contextos, además, son dinámicos; se encuentran en permanente cambio. En estos contextos nuestros niveles de control y perspectiva normalmente cambian. No obstante, la metodología GTD nos permite mantener niveles de control y perspectiva lo suficientemente estables y funcionales como para no perder de vista nuestros objetivos mientras realizamos acciones importantes para la consecución de nuestros objetivos.
Pero ¿cómo podemos mantener el control y la perspectiva en distintos contextos?
Imagina que pudieses contar con un cerebro alterno al que le pudieses delegar la función de organizar tu flujo de trabajo y parte de los asuntos que ocupan tu memoria y tus pensamientos. Un asistente personal para organizar tus acciones de trabajo de modo que puedas dedicarle más tiempo a lo que es realmente importante para la consecución de tus objetivos. Pues esto es precisamente lo que es Getting Things Done, una metodología de productividad personal que redefine cómo abordamos la vida y el trabajo.
La metodología GTD plantea el siguiente esquema que viene a optimizar un proceso que hacemos de manera automática y normalmente de manera precaria:
1) Capturar: ataja todo lo que acapara nuestra atención y anotarlo sin priorizar (podemos usar palabras clave)
2) Aclarar: define todo aquello que has anotado en el paso anterior (la captura). Pregúntate qué es y si requiere alguna acción.
3) Organizar: categorizar lo que se ha aclarado y priorizar acciones.
4)Reflexionar: revisa regularmente tu sistema de organización y evalúa tus progresos. Ajusta lo necesario para que el sistema siga siendo fiable.
5) Ejecutar: realizar las acciones según se hayan priorizado, manteniendo siempre la perspectiva.
En suma, el control y la perspectiva comportan eficacia y productividad. Ambos elementos definen nuestra capacidad para realizar nuestros proyectos. Trabajar en mejorar el control y la perspectiva es, pues, un proceso que involucra nuestro desarrollo personal y profesional.
Mientras más productivos seamos, mayores niveles de control y perspectiva tendremos. Te invitamos a hacer este test para que conozcas tus niveles actuales de productividad https://intelectumbc.com/test-de-productividad/
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