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En el mundo globalizado en el que vivimos, donde se nos exige la eficiencia y la rapidez, es muy difícil mantener la concentración y que no se nos solapen las actividades. A raíz de esto, y en un intento desesperado de ayudarnos, nuestra mente intenta ocuparse de más de una tarea a la vez. Y, como todos sabemos, el multitasking muchas veces termina en desastre, ya aumentamos los estímulos, se fatiga nuestra atención y finalmente perdemos toda concentración. Las distracciones más habituales a las que nos enfrentamos, no son sólo los estímulos externos, sino también los pensamientos intrusivos, a menudo en forma de preocupaciones, que no tienen nada que ver con lo que estamos haciendo.

 

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¿Por qué solemos distraernos?

No te asustes, pero… ¡estamos programados para ello! Nuestro cerebro tiene múltiples formas de defensa, una muy importante tiene que ver con el dolor: solemos apartar la atención de aquello que nos hace daño, con el fin de no sufrir.

La imagen mental que nos formamos al hablar de las distracciones es negativa. Sin embargo, si tomamos esto en cuenta podríamos decir que las distracciones pueden jugar a nuestro favor.

La realidad es que la falta de concentración en muchos casos nos hace más lentos, más propensos a errores y entorpece la ejecución. El problema es que permitimos que quien controle nuestra atención sea el entorno o los pensamientos aleatorios.

 

¿Qué nos distrae?

Existen distracciones tan antiguas como el ser humano, y otras son consecuencia del estilo de vida moderno. Podemos distraernos con muchísimas cosas, desde el vuelo de una mosca a nuestro alrededor, o incluso con la luz de nuestro teléfono.

Sin embargo, no todos somos igual de susceptibles a las distracciones, pero seamos sinceros, tras la llegada de la nueva era digital y tecnológica, nuestra forma de relacionarnos con el entorno ha cambiado. Pero no el tiempo con el que contamos; éste se mantiene igual, así lo invirtamos en actividades o no.

Estrategias para mantener la concentración

Estos son algunos de los ejercicios que puedes realizar para mantener la concentración:

  • Reconoce y gerencia prioridades: ni el trabajo ni la familia ni tu perfil de redes sociales lo son todo. Elige qué es importante para ti y cuándo para poder apartar a un segundo plano aquello que no es fundamental en cada momento.
  • Entiende que las distracciones son necesarias: no somos robots; necesitamos descansar, comer, y socializar. Para concientizar esto puedes usar tu calendario. Anota no sólo aquellas tareas que necesitas tener listas para el trabajo, sino también las salidas con tu familia, tu rato de lectura y un café con los amigos. Si son actividades para gerenciar tu propia vida, ¿por qué no están en tu agenda?
  • Desconéctate: como sabemos perfectamente, nuestra “vida virtual” y sus herramientas drenan mucho de nuestra atendían y concentración. Destina un momento del día para ello, con un tiempo limitado.
  • Una tarea a la vez: nos han intentado convencer de que la multitarea (multitasking) es para todos, pero si ya es difícil  mantener la concentración, sumarle una cosa, asunto o actividad quizá no sea la mejor estrategia. Trata de completar las actividades que comienzas, una a una.
  • Sé realista: no trates de ser quien no eres. Si entiendes que no eres capaz de terminar algo en dos horas, no te engañes, renegocia tus compromisos.

Distraernos es algo natural y no debe preocuparnos en exceso. Una vez que reconozcamos qué nos distrae y en qué medida afecta esto nuestra productividad es importante controlar las fugas.

Nuestro cerebro no está programado para ejecutar a un alto nivel de rendimiento el 100% del tiempo. Debemos aprender a interpretar lo que está pidiendo nuestro cuerpo y dárselo. Todo esto repercutirá positivamente en tu capacidad de mantener la concentración.