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¿Cómo transmitimos seguridad cuando hacemos una presentación?
Cuando se trata de hacer presentaciones, los experimentos no nos gustan. Oímos historias personales de amigos y conocidos, testimonios de grandes presentadores, consultamos libros de expertos en hacer presentaciones. Y aun así… vacilamos. No estamos seguros a ciencia cierta si estas recomendaciones aplican a nuestro caso específico. ¡Además, siempre vemos nuestro caso como único!
Vamos a ensayar:
- Una primera ojeada en el espejo: aparece nuestra silueta con una mirada huidiza, y una posición insegura.
- Revisamos de nuevo la presentación a ver si tiene TODO lo que queremos transmitir: que nada se quede por afuera.
- Seguimos: Vamos a grabarnos con el celular. Recitamos el script y si bien el tono de voz se siente confiado… ¿quizás un poco monótono? ¡Ay! Y con muchas muletillas.
¡Bienvenidos al mundo de las presentaciones eficaces!
Empecemos por la presentación:
Una presentación de Alto Impacto se estructura alrededor de lo que la audiencia puede recordar con más facilidad:
Presentador: Lo que decimos: 70%
Es el mensaje que quieres transmitir, con el contexto que lo refuerza y cualquier elemento que aclare las ideas
Láminas: Lo que enseñamos: 20%
Los conceptos más importantes en el menor número de palabras, imágenes que soportan el mensaje principal y, por supuesto, ejemplos poderosos.
Apoyo: Lo que compartimos: 10%
Lo que el público retendrá y podrá ver posteriormente como recordatorio, los aspectos más importantes: comentarios, ejemplos e información que no se presentaron.
Por lo que incluir en la presentación todos los detalles posibles y además explicar punto por punto y palabra por palabra, hace que tu público se distraiga y pierdas el control de la audiencia.
Mantén una estructura flexible en tu presentación, de manera de poder cambiar el rumbo cuando sientas que es necesario: la conexión con tu audiencia te da la pauta. Y con respecto a esta conexión, recordemos la máxima que dice: “Sentir pasión es una cosa, transmitirla es otra…”
¿Cómo logramos inspirar esta pasión?
La respuesta es compleja:
- En primer lugar, y como ya vimos, con un mensaje bien estructurado.
- Conociendo a fondo nuestra Audiencia: la empresa donde trabajan, su entorno, visión-misión, orden de prioridades, estilo de comunicarse, preferencias.
- Con un lenguaje corporal poderoso: a través de nuestro cuerpo (Comunicación No Verbal), y con nuestra voz (Comunicación Verbal).
La voz es el vehículo que transporta nuestros pensamientos, emociones y sentimientos. Hay que trabajar muy duro en su entonación, inflexiones, pausas y en evitar el uso de muletillas.
Potente pero cálida, sin gritos ni apresurarse, seguros, dominando nuestro set, conectando con nuestro público.
Y ello sólo se logra practicando.
Parece contradictorio que, para que nos perciban “naturales” debemos ejercitar una y otra vez. ¿Cuántas veces es suficiente? Muchas más de las que hemos considerado.
Porque llegar a ese nivel, a esa “zona” donde logramos ser percibidos como una autoridad en la materia, pero lo suficientemente humildes y abiertos para aceptar nuevas ideas y opiniones, no es fácil.
Requiere de mucho esfuerzo, de superar miedos y vacilaciones. De poder lograr visualizarnos como exitosos al transmitir nuestro mensaje, desde principio hasta el final.
Y que este camino a recorrer no nos resulte complejo y atemorizante. Que la adrenalina que brota por nuestros poros sea el “motor que encienda” empatía, rapport, credibilidad.
Usemos pequeños trucos:
- Aprendernos las primeras oraciones
- Iniciarnos mirando a algunas personas que conozcamos hasta sentirnos seguros y poder hacer contacto visual con todo el público.
- Tener nuestras fichas con los tips más importantes, aunque no tengamos necesidad de consultarlos
- y otros más…
Logremos convertirnos en el “mejor amigo” de nuestra voz: que no nos resulte extraña, distante, chillona, aburrida. Probemos y probemos y veremos que muy pronto, antes de lo que pensamos… nuestra voz será el símbolo de profesionalismo y autoridad. ¡Ensayemos !
Por Albertina Roche.