Escribir un discurso o una presentación es un reto que requiere tiempo y esfuerzo. Es importante que conozcas tu presentación en frío, tanto si vas a hablar en una conferencia, a marcar la dirección de tu equipo o persuadir a la alta dirección para que de luz verde a una idea. Entonces, ¿estás preparado para presentar? Hoy te compartimos en este artículo, algunos consejos para que alcances el éxito en tu presentación.
Tabla de contenidos
Lo primero que debes hacer es trabajar sobre tu historia.
Su estructura tiene que ser pensada detenidamente y dividida en tres partes:
- La apertura
- El cuerpo
- El cierre.
La apertura:
Es una parte esencial de la presentación para comunicar tu mensaje a la audiencia, y debe:
- Construir la credibilidad del presentador.
- Crear anticipación de lo que va a decir.
- Elevar la relevancia del tópico en cuestión.
El cuerpo:
Es donde se hacen las argumentaciones y se profundiza. El contenido incluye:
- El propósito.
- La misión.
- La situación.
- Los resultados esperados.
- El plan de acción a seguir.
Debes comenzar con:
- La razón para reunirse.
- La agenda por seguir.
- El análisis de la situación.
- Los detalles que la definen.
- Lo que se espera lograr con sus riesgos y consecuencias.
- Y, por último, el seguimiento.
El cierre:
Enfatiza lo que ya se expuso. Este marco de referencia para una presentación permite construir el mensaje a transmitir, de manera efectiva y consistente. Claro, lógico y específico.
Tiene, por tanto, dos grandes finalidades:
- Desarrollar un esquema que permita enmarcar tu objetivo, todo el material relevante, las transiciones adecuadas entre un tópico y otro, y un final potente.
- Transmitir a la audiencia una “percepción de organización” en base a esa estructura. Si no te ves ordenado e impecable, la percepción será que no te importó el no estar suficientemente preparado.
Una vez elaborada la historia que quieres contar, llega el momento de trabajar en cómo contarla.
La primera inquietud que surge es si debes aprenderla de memoria.
Y, aunque es innegable la necesidad de manejar a cabalidad todos y cada uno de los aspectos que vas a exponer, debes tener mucho cuidado en la manera de transmitirlos.
El presentador sobre actuado, al principio genera altas expectativas pues impresiona. Se sobrentiende que ha investigado los temas en cuestión y tiene un conocimiento de este, que no es para nada superficial.
Lograr dominar el tema, garantiza el éxito de la presentación.
Pero falta una parte esencial, un atributo básico de un comunicador excelente: la conexión con su público. Y ésta se logra a través de la empatía y cercanía; es decir, compartir lo que se está transmitiendo de forma práctica, fluida y personal.
La naturalidad es una característica indispensable al interactuar; y sólo la alcanzamos cuando hablamos desde nuestro propio estilo, usando nuestras palabras y verbalizando la historia desde nuestro propia visión y entendimiento. Por ello, es importante que no suene como algo aprendido o memorizado, pues se corre el riesgo de confundir o mal interpretar el mensaje que se está impartiendo. Además, que aburre y por supuesto nos aleja de lograr el objetivo perseguido.
Una cosa es sentirse seguro de lo que estás exponiendo y otra muy distinta, es sonar como si nos hubiéramos aprendido una lección. La recomendación es buscar un equilibrio entre el dominio del tema, la seguridad al transmitirlo y el ser auténtico presentándolo.
Esto sólo se logra con muchas horas de práctica, en donde:
- Se anoten los segmentos problemáticos y se practiquen repetidamente.
- Se dedique un tiempo diario a memorizar el discurso. Te puedes grabar y escuchar. También se puede ensayar una parte del guion justo antes de acostarse o hacer varias tareas.
- Tener un plan para los posibles fallos. Preparar dos o tres frases que puedan servir, como: “Permíteme consultar mis notas” o “Me cuesta recordar el siguiente punto”. El lapsus será menos incómodo para todos, si no se entra en pánico y se hace lo necesario para seguir adelante.
La práctica es un componente básico para lucir natural.
Cada vez que te preguntes cuántas horas requieres para sentirte cómodo y seguro, la respuesta es: muchas más horas de las que tienes practicando.