Un Emprendedor no es alguien que monta un negocio, sino la persona que se siente enganchada a un proyecto vital. Su propósito es esencial: nadie emprende por “ganarse la vida”, sino por vocación, por pasión. Y esto ¡hace la diferencia!
Un verdadero emprendedor es un profesional que deja huella; generando en sus clientes una experiencia memorable. De lo contrario, seríamos meras mercancías reemplazables por robots.
Y la realidad es que sí, solos llegamos más rápido; pero acompañados sin duda llegaremos más lejos. Es por esto que formar un equipo de trabajo es sumamente importante para poder emprender. Un grupo de personas que generen sinergias, ideas, caminos e incluso retos, y eleven el potencial de ese proyecto final.
Pero para emprender, se necesita mucho más que ganas. Es darle valor a lo que sabemos, queremos y podemos hacer. Y esto requiere no sólo de compromiso, contexto y optimismo, sino sobre todo de habilidades, de talento.
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La inversión más rentable para todo emprendedor es la educación.
Desarrollar estas habilidades necesarias para avanzar en un emprendimiento depende exclusivamente de las personas. El primer paso es tener conciencia de la situación en la que estamos, y lo que existe (o no) entre el presente y ese futuro que queremos lograr. Y es allí donde debemos enfocarnos: en llenar ese vacío.
Es por esto que la inversión más rentable para todo emprendimiento es la educación. Es darle a nuestros colaboradores las herramientas y habilidades necesarias para potenciar sus capacidades a nivel personal y profesional. Lo que intrínsecamente se traduce en una mayor satisfacción y un mayor compromiso de ellos hacia el proyecto. ¿Y no es esto indispensable en un emprendimiento?
Mejorar las habilidades.
Nos va a permitir tener el valor guiar con el ejemplo y de seguir nuestros principios, que serán los bordes claros que definen nuestro proyecto. Y todo esto nos permite erigirnos como verdaderos líderes: esos que permiten a su equipo “marcar la diferencia”.
En Intelectum, creemos en la necesidad absoluta de la creatividad y la innovación para salir del caos. Y los emprendedores son un ejemplo de esta solución. Por ello nuestra propuesta se basa en sencillas metodologías que promueven el desarrollo de poderosos hábitos, que dejaron de ser “suaves” para convertirse habilidades cruciales en la nueva realidad.
Según Gramsci:
“La crisis es el periodo en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer…”
¿Qué tal si comenzamos a prepararnos y hacemos de esta crisis el momento para convertirnos en nuestra mejor versión? Debemos acabar y romper con el pasado. Y prepararnos para vivir y permitir que el cambio sea parte de nuestro ADN.
Por Fabiana Roche.