¿Los buenos líderes nacen o se forman?
Liderar un equipo de trabajo implica armonizar entre sus miembros diversos aspectos como personalidades distintas, experiencias previas, diversos puntos de vista, estilos de trabajo, entre otros. “En ese sentido, es un reto para el líder llegar a construir un equipo de alto rendimiento que logre o supere los objetivos trazados. Para ello, el coaching provee al líder las herramientas necesarias para que con su equipo puedan lograr resultados exitosos”, explica John Taipe, docente del Curso de Especialización en Competencias del Líder Coach de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
En Intelectum, no creemos que hay un prototipo de un líder perfecto, ni tampoco que este debería existir. Creemos que un buen líder no nace; se forma por medio de trabajo constante, y por su postura ante el mundo.
Dicho esto, los buenos líderes generalmente mantienen valores y comportamientos parecidos: aprenden de sus experiencias; se conocen a sí mismos; practican lo que creen; equilibran sus distintas motivaciones, sean estas monetarias o personales; y forman un equipo sólido.
Además, un buen líder mantiene una vida equilibrada. Su vida personal y profesional no forman parte de un juego de suma cero. Es decir, ambos pueden tomar su tiempo o coincidir, lo que los hace mejores líderes. Esto ilustra cómo debe ser la disposición del líder, y que no necesariamente sus circunstancias y oportunidades moldean cuán exitoso será.
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