El tema cultura, es otro que cobra cada vez más relevancia dentro de las organizaciones. Varios expertos han llegado a afirmar que la estrategia más brillante puede fallar frente a una cultura inadecuada. Entonces, la solución sería alinear la cultura para lograr una organización productiva y sustentable.
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Pero ¿qué es exactamente cultura?
Dicho de manera simple “es la manera como hacemos las cosas aquí”. Esto es claramente perceptible en las costumbres de un país y también dentro de las organizaciones. Por eso, cuando se percibe que la cultura no está apoyando el logro de objetivos, las organizaciones ponen gran esfuerzo en realizar una alineación cultural. La misma puede ser desde relajar el código de vestimenta y celebrar los cumpleaños, hasta instaurar un programa de desarrollo de liderazgo o ser más permisivo ante errores en pro de lograr innovación.
Y ¿Cómo se realiza esa alineación?
- ¿Con resultados de un estudios de clima?
- ¿Mediante entrevistas de salida de colaboradores que huyen de la empresa?
- ¿Basados en benchmarks de empresas líderes o exitosas del mercado?
Si seguimos a Arie de Geus, y visualizamos a una organización como un ente vivo que nace, crece, se desarrolla y si se cuida bien puede ser muy longeva, al igual que un ser humano tiene una personalidad o tipología. La misma está instaurada en su ADN, y quizás se origina por una combinación de su propósito inicial, de la tipología y las visiones de sus fundadores, pero al final trasciende y se establece y manifiesta con características propias.
La personalidad de una empresa…
No es la sumatoria de las personalides de sus colaboradores. Se mantiene en el tiempo aunque cambie su tren directivo y roten sus empleados. Es su esencia, su identidad. Se refleja en todo lo que es y lo que hace: sus prácticas, sus procesos, sus maneras de comportarse y si la tiene conciente y bien identificada, con una cultura adecuada donde puede florecer.
Ser fiel a esta personalidad, conocerla y utilizarla como base de todas las decisiones estratégicas y tácticas, es un elemento diferenciador importante y el activo intangible más poderoso que tiene una organización.
Piensen solamente en las empresas top of mind y me entenderán rápidamente: APPLE, Mercedes, Disney, GOOGLE por ejemplo. Lo que las hace ser únicas es su poderosa personalidad que se mantiene a través del tiempo. Es su esencia y va mucho más allá del branding. Cambia el CEO, muere su fundador, pero siguen siendo ellas mismas.
La correcta alineación cultural de una empresa debe partir de esta esencia y buscar convertirla en su mejor versión.
Y no, por cambiar cosas que aparentemente deben ser cambiadas, pretender que se transforme en algo que en esencia no es. Cada tipología se correlaciona con unas fortalezas inherentes, potenciales puntos ciegos o áreas de crecimiento. Con las organizaciones sucede absolutamente lo mismo. Conocer y validar esta personalidad de manera objetiva y utilizarla de manera consciente facilita enormemente la toma de decisiones coherente y acertada y la operatividad: desde planificación estratégica y diseño de procesos hasta mejores prácticas y branding.
Por eso identificar la cultura de la organización es a la vez diagnóstico, plataforma y plan de desarrollo pues indica las intervenciones tácticas específicas que dicha organización requiere para crear la cultura que la apoye a alcanzar metas.
El humanizar a la organización
Y verla como una persona con una determinada personalidad es de gran ayuda también para los colaboradores. Les ayuda a entender más fácilmente qué se espera de ellos, cómo comportarse, a identificar los eventuales puntos de roce que pudiesen existir con sus propias tipologías y cómo, aportando sus propias fortalezas, le pueden servir mejor a la organización.
Conocer y validar la esencia de la organización es la plataforma más sólida para alinear efectivamente la cultura, lograr un desarrollo sustentable y una organización sana, longeva, exitosa y feliz.